
Son muchos los elementos que podemos encontrar en nuestro cuerpo. De algunos solo hallamos trazas ínfimas, prácticamente indetectables, y con nombres tan poco conocidos como disprosio, erbio, gadolinio, holmio, lutecio… que entran en nuestro organismo con el agua y los alimentos. Otros, como el litio, del que tenemos 7 miligramos, lo ingerimos con las plantas, como las solanáceas ( y en mucha menos cantidad con naranjas y lechuga, entre otras. En nosotros no parece desempeñar ningún papel pero sí se ha encontrado que una deficiencia de litio en las cabras hace que pesen menos que aquellas que sí tiene litio en su dieta -por supuesto en cantidades de unas pocas parte por millón, nada de atiborrarse con un gramo de este elemento tan común en las baterías de nuestros teléfonos móviles.
Todo lo contrario sucede con el selenio, que en 1975 se descubrió que formaba parte de la enzima glutatión peroxidasa, que tiene un efecto antioxidante. De otros, como el estaño, aún se debate si desempeñan una labor en el organismo. En el caso mencionado se ha encontrado, Resulta difícil descubrir la influencia de cada elemento químico que tenemos en nuestro cuerpo, si es que la tiene. Queda mucho por investigar sobre el funcionamiento de un cuerpo que, a peso y por sus componentes atómicos elementales, no nos darían más de 1.200 euros. Exactamente y según he calculado, 1.187 euros.
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